Dejo a mi hermano y sobrina,
mi casa del níspero y los Sampedros;
mi casa pequeña pegada a los pinos de la sierra,
en aquel pueblecito blanco, de la sierra gaditana.
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Quiero que allí reposen siempre la familia
de los "pájaros perdigones",
en aquella casita, que yo mismo construi,
con mi sudor y con mis propias manos.
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Hermano, ésta es mi casa, y la dejo en tus manos,
que construí de flor marina y piedra constelada;
que levanté luchando en mi pobreza,
para que viviera esta familia, por los siglos.
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Aquí nació el canto de la perdiz,
aquí, en esta hermosa ventana,
donde crece el jazmín y el canario canta, como una caracola,
y luego me desbande en mi desordenada geología.
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Yo, después de repasar con mi maleta de palo
media Europa, vine a terminar mi carrera
a esta tierra caribeña, donde con la brisa
me mandó sus suspiros esta mulata trigueña.
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Esta mulata, que con su cariño
conquistó mi corazón y mi voluntad;
para el resto de mis días,
y se quedó el jazmín abandonado y la casa vacía....!
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