Esta es la enfermedad inconfesable del deseo
la ruta de las palomas nocturnas
que son mis manos espertas en la obscuridad;
en vuelo rasante por los humedales,
conocen muy bien sus libreas y sus máculas
y los movimientos sísmicos de semejantes parajes:
!demasiado bien los conocen estos pájaros sonámbulos!!.
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Descienden cada noche sin farol que los ilumine
arrancando turbulencias y tempestades;
cruzan paisajes lunares
de arenas movedizas y escarchas subterráneas
y parajes crepusculares...
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Divisan con sus ojos miopes, pero expertos
como los del más experimentado invidente;
un montículo negro casi oculto
en una cañada entre la blancura
casi azulada de la nieve...!
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Nada saben de paisajes lunares
ni de ojos ciegos en el desierto;
-nada necesitan-
solo el calor de otro cuerpo;
y así permanece la sombrilla violeta
de mis ojos breñales..
cuando perciben la aceptación del otro cuerpo...!
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