Ventana que rondé en la adorada juventud
de mis lejanas mocedades;
rejas con geranios y blancas azucenas
en las que a ella le gustaba oír
el trino melodioso del ruiseñor en celo.
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Rincones morunos depositarios
de aquellos soliloquios de noctívagos
de mis donjuanismos adolescentes;
ahora cuando los miro de nuevo,
me traen aquellos gratos recuerdos
de cuando pelaba la pava..
en noches de luna clara.
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Cuando era pura la inocencia
y nos prometíamos amor
puro y sin tapujos ni segundas intenciones..
Allí se lucía aquella mocita trigueña
como se luce un inocente nardo
en la mejor de las macetas.
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Yo la cuidaba con esmero
y la mimaba como mima la rosa
el más celoso jardinero..
Fluido de mujer hacendosa que riega
sus macetas y las decora;
¡Ventana que miras al poniente: que sólita estas ahora!!
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