Mis manos quizás torpes recogen de tu piel el tiempo
que por tus seres queridos
se va quedando entre indiferente y olvidado
y que cada dieciocho de mayo
vuelven a ti sus añoradas caricias...
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Como una alondra vespertina
buscando el calor de otros tiempos
oscuros pero no olvidados, vuelven
buscando el reflejo de un mañana luminoso.
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Después como el hijo prodigioso
que voló del calor confortable
del nido materno, que se da cuenta
cuanto extraña, cuanto anhela
volver a refugiarse en el calor tibio
que solo se encuentra en los brazos
siempre acogedores de una madre tierna...
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Ella con sus dedos cariñosos y quizás nostálgicos,
desenredan los cabellos enmarañados
de cada uno, pues para ella es como una rutina
que a pesar del tiempo transcurrido;
jamás se a olvidado...!
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Se le encienden sus ojos como dos lucecitas
y ya solo ve a sus niñas pequeñas;
que trata de cobijar bajo sus alas protectoras
como una clueca que cobija a sus polluelos...!!
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