A la puerta del viejo casucho se asoma
la madre con zuecos de madera y los ojos perdidos..
anoche sopló el gélido viento de levante,
avisando que venía cargado de nieve del ártico.
Se rompieron los tejados, se cayeron algunos muros,
puertas y ventanas con el peso blanco....
Aulló la noche entera con sus pumas y sus coyotes,
y ahora en la mañana con este sol helado,
llega la madre, doña Trinidad Valencia,
dulce como la tímida frescura.
Preguntando que si ordeñaron la cabra
y sacaron ya la mula?
Lamparita menuda, apagándose y encendiéndose,
para que todos vean el tortuoso camino.
!Oh dulce madre de os desamparados en esta montaña!!
vimos la bondad vestida de pobre trapo oscuro,
pero por dentro un gran corazón de oro que deslumbra.
La santidad más útil: la del agua y la harina,
la que con tus arrugadas manos,
le das forma al pan de la vida....
Y allí lo consumimos, aquellos largos inviernos helados,
aunque no todos nevados, con goteras, pero con un
gran fuego, la leche de la cabra, el trigo y lo que daba el huerto.
Fuimos sobreviviendo, y tu humildad ubicua
desgranado el áspero cereal de la pobreza...!
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