Un bosque de cuchillos la ciñe a ella con su traje de novia,
y el novio que no llega, tanto que lo prometió...
ella se queda desolada y perpleja:
es la patria del fuego y la ignominia.
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La que habita en el corazón de esta rellenita paloma,
los pájaros golgojean en el bosque de los suspiros perdidos,
siempre son una despedida silente y pálida;
como ciertos ocasos en el mar.
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Con su media sonrisa perdida
y el ramo que no sabe hacia donde lo va a votar...
se va formando un muro insalvable
con la lumbre del abandono.
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Con las palabras de fango
que él tanto le juró...
-tinta de sangre o de hiel-
con las manos mirando hacia el cielo.
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Desatan negros nubarrones de crueldad
del estigma negro de bosques de furia estéril;
el velo está roto y enmarañado en el cabello,
la oscuridad se extiende como un tigre en el ocaso.
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Pálidos musgos de un bosque tedioso
aguardan agazapados la reacción de la muchacha
y el cielo enmarañado le ofrece pocas esperanzas
en la selva cantan los muslos tristes de una muchacha...!
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