Carpintero, tú que ibas con tu padre
a las huertas a cortar nogales y cerezos para madera;
cortabas los álamos y los pinos de la rivera,
y ahora te has hecho ecologista.
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Hacías con tus ojos parpadear los mil ojos diminutos del hacha
y con tus tiernas manos llorar las cortezas verdes...
ahora como sigues siendo carpintero, -aunque vives en Loma Verde-
sólo quieres que se utilicen los árboles que se sequen...!
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Supongo que no cortarás los olivos que ahí tienes?
Ten piedad de este hombre que hizo plana su vida
como una mesa humilde de madera olorosa,
que ahora tiene en la cocina de Loma Verde.
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Ahora es otra cocinera, la que allí tiene...
después de andar corriendo altares, terminó, en Loma Verde..
!!Pobre velero en tierra!!
y dio su corazón la actitud de una silla,
en espera de todos los cansancios.
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Guía, Señor, sus pazos por los bosques del cielo
y hazle que encuentre una buena cocinera,
como la que está en la puerta sentada, debajo del olivo...
Más adicta que perros que no enseñan los dientes.
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En tu celestial fábrica, dale para sus manos
la garlopa y la sierra del tiempo y que su suelo
siempre huela a virutas olorosas de sándalo o de pino,
y días con nubes de aserrín de estrellas....!
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