Las olas del Caribe que se estrellaron
en mis pies, desde el verano del dos mil diez;
El canto de la sigua palmera olvidado
sobre la copa del sabroso tamarindo.
Mi mano con la pluma de águila real que quiere
más que escribir, volar y volar.
La rosa de Bayahibe que con cariño te regalé.
Las amistades entrañables que un día
me deje en las españas del "Quijote y de Sancho".
La extraña piedra que me traje de Callo levantado.
El salto extraño de los gatos asustados.
La cotorra que aquella mañana te regalé.
Alesa volando la chichigua en el malecón
una tarde del dos mil once.
Este monótono dolor de oídos que me desespera.
Mi nietecita con su lonchera colgada del hombro
esperando la impuntual gua gua.
Los ojos de miel de mi alondra, que se despide
cada mañana con ese esbozo de amor mañanero.
El sabor suave del café dominicano
que saboreo cada mañana mientras me meso
en mi hamaca observando la cotorra como "parla"..
Esta es la vida de un gastoreño en "Quisqueya"....!
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