Todo quería ser parte del agua,
los montes quisieran ser agua, licuados
cómo quien licua una pera;
el "algarin" con su prima la montaña de Grazalema..
hunden en el Guadalete sus leves pies calcáreos.
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Quemadas sus crestas por el viento de levante,
quizás sus pies al menos puedan refrescarse;
aulagas y encinas, saboreando sus cenizas;
que tal vez un día lleguen hasta el valle
arrastradas por las turbulentas aguas que en el invierno caen..
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Siempre añoran el agua, la retama, el lirio morado y la piedra
y el cervatillo de la cabra montesa;
la montaña con el correr de los siglos,
se fue deslizando lentamente
como una lengua verde por la incestuosa cascada...
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Aún las orgullosas montañas más altas
miran el agua, se saborean y tiemblan al no poder
llegar hasta ella..
La piedra, la arena, los arbustos mustios de la cordillera,
en los troncos cortados: muñones colosales que salen
del agua, observan su derrumbada gloria...!
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Mi voz de poeta, cae herida y con pena en estas aguas
donde se refleja toda esta sufrida naturaleza, diciendo:
¡¡agua apiádate de la palabra incandescente de la garganta
reseca y sin fin de la montaña...!!
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