Yo quería escribir poesía
y como era labrador sembraba un puñado cada día,
mi campo era marrón pero fértil como la vida misma.
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Lo regaba con el sudor de mi frente
los araba con ilusión y amor,
con mis lágrimas de cristal
los abonaba y de esperanza los llenaba;
con los bueyes parsimoniosos y fuertes
tiraba del arado que surcaba.
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Mis versos aunque sencillos,
pero profundos y rebosantes de libertad,
los sembraba todos los días sin desmayar,
le echaba un puñado de amor
en cada puñado de grano
y le inyectaba libertad, justicia y paz.
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Cada año cuando los recolectaba
era un amargo desengaño,
pero jamás me desengañé
y aún los sigo sembrando;
con esta pluma de águila que me sirve como arado...!
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Pondré mis ideas en el aire
y quizás más pronto que tarde
vea florecer el grano.
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Pues ya lo qué queda no es tanto
para marcharse al otro barrio
y como todo buen labrador;
me gustaría ver el fruto de este arduo trabajo....!!
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